Transcribo algunos pasajes de una entrevista a Roberto Bolaño. Costó un poco, porque el audio está bastante bajo. El video dura más de cincuenta minutos, no tiene desperdicio.
El cuento al que te refieres: Henri Simon Leprince, que está en Llamadas telefónicas, es la cara buena de la Literatura nazi en América. Porque es un escritor que tiene todas las condiciones para que sea un miserable, un bufón, pese a sí mismo. Sin embargo es un hombre bueno, que ayuda a los demás. Creo, además, que lo digo en alguna parte del cuento: “Los grandes escritores no pueden vivir si no hay pequeños escritores a su lado”. Ese cuento está hecho, de alguna manera, como un cuento moral. Así como La literatura nazi es una novela sobra la práctica de la moral, en Henri Simon Leprince pasa eso; es un cuento ejemplar, en el sentido de novela ejemplar, de Cervantes. Es decir, es poner un arquetipo y mostrarlo en todas sus manifestaciones. Y acá entramos en algo terrible de la literatura: ¿Qué es un escritor menor?, ¿qué es un escritor mayor? Dentro de cuatro millones de años va a desaparecer, en Santiago de Chile, el escritor más miserable del momento. Va a desaparecer Shakespeare. Va a desaparecer Cervantes. Todos estamos condenados a la desaparición, no sólo física, sino a la desaparición total. No hay inmortalidad. Esto es una paradoja que lo escritores conocen bien de cerca. Hay escritores que se juegan todo por el reconocimiento: por la inmortalidad, palabra rimbombante, y palabra inexistente. En el gran futuro, en la eternidad, Shakespeare y menganito serán lo mismo: nada.
El extranjero
Huyo de los grupos. No soy nada grupal. Jamás pertenecí a un partido, de ser así, me hubieran echado al cabo de una semana. El pensamiento de grupo me aterroriza. Aunque esto no es aquello que me lleva a esos años de soledad y de lectura. Yo estoy muy aislado por cuestiones sociales, económicas. Una de las cosas que decía cuando llegué ayer: me parecía rarísimo sentirme rodeado de chilenos, yo me acostumbré a ser el único chileno. Para mí ser chileno es ser yo. A mí me han llamado muchísimas veces: “El chileno, ¿quién era el chileno?” Bueno, era yo. Siempre estuve en ambientes de extranjeros, de ser yo el extranjero.
Narrativa chilena
Hay varios escritores chilenos que me llaman la atención. Pero lo que me llama la atención de ellos no es el libro entero, sino algunas páginas. He leído algunas novelas chilenas que podían haber estado muy bien, pero la tensión narrativa no es sostenible. Y la estructura es de lo más vulgar. Incluso el argumento, la historia en sí, son cosas que yo leí a los dieciocho años. Son viejísimas. El escritor siempre habla de lo mismo, pero no de la misma manera.